POR QUÉ BEBÉ   SIGNOS

Queremos compartir nuestra historia personal de por qué hemos creado nuestro curso Baby Signs y cómo hemos logrado que nuestro objetivo sea ayudar a cerrar la brecha de comunicación entre usted y su hijo.

Cuando nació nuestro hijo, ya planeábamos enseñarle el lenguaje de señas. La abuela y el abuelo de nuestro hijo son sordos, junto con otros amigos cercanos y familiares.

Cuando tenía aproximadamente un año y medio, descubrimos que nuestro hijo estaba casi sordo. Se determinó que esto no era permanente, sino que tenía líquido en los oídos y necesitaría que le colocaran tubos. Después de esta cirugía, experimentó más problemas de salud y se requirieron un par de procedimientos más. A los dos años, se había sometido a tres operaciones y aparentemente gozaba de buena salud. Sin embargo, él no estaba hablando. Durante los siguientes dos años, la salud de nuestro hijo siguió empeorando. No brillaba físicamente ni se desarrollaba al ritmo que debería. Aunque intentaba hablar para comunicarse, su discurso era incoherente. Era como si todas las piezas estuvieran ahí y él tuviera el deseo de comunicarse, pero físicamente no podía.

Estábamos perdidos.

Cuando nuestro hijo tenía cuatro años, le diagnosticaron la enfermedad celíaca, la misma enfermedad que su madre, Jenny, había estado atravesando durante un año antes de su diagnóstico. Inmediatamente hicimos los ajustes necesarios y todo cambió. Empezó a crecer. Casi instantáneamente, comenzó a hablar con más confianza y sus problemas del habla comenzaron a desaparecer. Afortunadamente, durante sus primeros años, tuvo el conocimiento del lenguaje de señas y pudimos apoyar su comunicación verbal con señas básicas para que pudiéramos entender lo que necesitaba durante esos difíciles primeros cuatro años. Estamos felices de compartir que nuestro hijo está feliz, saludable, hablador y próspero hoy.

Cuando dimos la bienvenida al mundo a nuestra niña, no dudamos en introducirla en la lengua de signos. A los cinco meses de edad, ella estaba firmando por la leche, con intención. Empezamos a evitar los ataques de hambre a medida que se sentía más segura con su lenguaje de señas. Leche, simple, eso era todo lo que necesitaba para decirnos efectivamente que tenía hambre. No estaba cansada, ni le dolía la barriga, pero lo que quería era leche. A partir de ahí, agregamos señales, una por una. Cuando cumplió un año, conocía ocho signos, LECHE, MÁS, TODO HECHO, AFUERA, COMER, LIBRO, POR FAVOR, DORMIR y creó su primera oración de señas, "MÁS LECHE, POR FAVOR".